jueves, 28 de julio de 2011

LaTormenta.


De piel clara y cabello oscuro. Con ojos miel y un lunar en su mejilla. Así la describía la gente, eso era lo único que veían de ella. Trataba de mantenerse fuerte y entera aun en las situaciones más desgarradoras aunque había un temor que varias noches no la dejaba dormir. Era ese miedo casi común, miedo a perder, ese miedo a no despertar del manto de la señora de negro.
El día que supuestamente más se tendría que haber envuelto en su temor fue el día en que lo dejo ir por un instante.
Era una tarde gris, estaba acompañada por una persona muy especial, era como su complemento pero no era su pareja, sino que las unía una inmensa amistad. Estaban bajo techo pero no tuvieron mas que la brillante idea de salir. Una nube negra se veía a los lejos y caminando a la par insinuaban en broma que sería la última nube que verían, otra mala idea debido a su fácil sugestión.  
Después de haber caminado tres cuadras, con aquella nube en las espaldas no vieron a la velocidad que se acercaba y casi de repente la brisa se convirtió en un fuerte viento y se vieron a lo lejos algunas cosas volando, fue ahí que surgió la primera buena idea de aquella tarde: VOLVER.  Luego de una pequeña discusión y siendo víctimas de aquellas grandes ráfagas de viento, se vieron obligadas a hacerlo.  Con el viento en contra comenzaron a caminar y un poco después la lluvia las ayudaría a acelerar el ritmo.
Viéndose en esa horrible situación, sola con su amiga en la calle, aquel miedo quería hacerse presente y provocando su entrada a la singular serie de acontecimientos se vieron en la escena varios cables mojados en el medio del camino.  La imagen tuvo una metáfora muy poco sutil; simplemente había que saltarlos.
Correr con los ojos cerrados, evitando todo lo que logró volar con el viento, no era algo que más tarde ella recomendaría, pero al no soltarse las manos pudieron a pesar aquel tiempo lograr su más simple objetivo. Se hicieron más largas las cuadras de ida que las de vuelta aunque eran las mismas. Llegaron debajo de un techo y si había una lagrima derramada por el miedo aunque no fue de ella.