sábado, 4 de septiembre de 2010

Señor Kioskero.-

Hola, solo eso le quería decir, como se los estoy diciendo a ustedes en este momento.


Ella era tan linda y yo me volvía ten torpe cuando intentaba hablarle.

La conocía de la vida, de verla, de que todos los jueves, alrededor de las 20:00, venga a mi kiosco y me pida un paquete de sus galletitas preferidas y un peso de sus chicles de menta favoritos. Solo de ahí. No sabía ni como se llamaba, ni cuantos años tenía, ni donde vivía. Solamente sabía que era hermosa, que le gustaban las galletas de coco y que era soltera (ya que no tenia alianza de compromiso).

Algunos podrán decir que fue un amor a pocas vistas, pero un amor al fin, les contestaría yo. En unas semanas, dos para ser exactos, ya iba a ser un año que venia a mi local, un año de ver su delicado rostro, un año de esperar ansioso el jueves a ver si podía hablarle, un año de un amor incierto. Pero creo que ella no lo sabe.

Esas dos semanas pensé y pensé algo para decirle pero no se me ocurría nada. Y llegó el jueves. Eran las 19:50 y yo nervioso más que de costumbre.

Llegó, al fin. Puntual como siempre. Pidió sus cosas y me dijo -sino no me equivoco hoy hace un año que vengo aquí ya que la primera vez que vine era mi cumpleaños y hoy, obviamente, también lo es-. Yo helado le dije cortésmente ¡Feliz cumpleaños! Ella se sonrojo, creo que yo también; me contesto “muchas gracias” y ese fue el momento mas feliz del día. Para hacerme el desentendido le pregunte como podría acordarse de eso y simplemente me respondió - Tengo buena memoria, solo eso.-

Luego, se fue. Yo quede súper excitado al saber que también sabia que había pasado un año. Toda la semana pensé en ella, la esperaba con más ansias que nunca, sabiendo que el jueves podría decirle algo más que -¿que necesita?-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario