domingo, 5 de septiembre de 2010

El Banco Blanco

Era un día de esos en los que no sabes qué hacer, en los que el aburrimiento es el único estado en el podes estar. Entonces decidí irme de mi casa, a ver si ésto cambiaba pero el cambio fue muy brusco tanto que me cambio la vida. Me fui a la plaza, me senté en uno de esos bancos blancos tan comunes que no te imaginas que pueden servir para otra cosa mas que para sentarse.

Esperando allí sentado que algo pasara, vi a un hombre, un hombre pintado de un verde oscuro medio gris que iba en dirección a mi banco. Se sentó a mi lado. Me quede pensando por qué estaría pintado de ese color, se me ocurrió que sería porque era uno de esos señores que por una simple moneda se mueven y hacen que los niños, ilusos, se crean que es una estatua, en síntesis una gran estafa pero un negocio al fin.
Por un instante pensé que era mudo de verdad, pero eso cambio cuando me pregunto la hora; le contesté 20:30, me dijo que se hacía tarde, por no ser desubicado no le pregunte para qué se le hacía tan tarde. Cuando se fue lo seguí disimuladamente por pura curiosidad. Mi pregunta era ¿A donde iría un hombre pintado así a esas horas de la noche?
Lo seguí, se fue para el centro de la plaza, para el típico sitio donde esta el típico monumento de la típica plaza, en éste caso era de San Martín y éste no estaba, solo estaba su caballo blanco y de repente lo ví, una imagen muy graciosa. El señor pintado se subió como una especie de hombre araña al caballo. Cuando le iba a preguntar qué hacia se quedo completamente quieto.
Me asombró. Parecía que él era San Martín. Anonadado, asombrado y absolutamente perplejo me fui a sentar en mi banco. Luego vi a unos niños admirando al señor pintado. Para quitarme la incertidumbre les pregunte si sabían quién era -refiriéndome a la estatua- me dijeron, con cara de “es obvio”, San Martín.
Entonces mi conclusión fue que él era San Martín pero sería imposible. Cómo una estatua hablaría, preguntaría la hora y se iría así como así.
Después de unos minutos de tanto pensar si alucine por la gaseosa barata que había comprado o si era verdad, escuche una voz, una voz de un hombre mayor diciendo _ joven, joven despiértese _ me di cuenta que todo era un sueño, que el monumento de la plaza de mi ciudad no era de San Martín sino de Belgrano y no solo eso, cuando me desperté me di cuenta que no tenia ni mis llaves ,ni mi celular así que tuve que dirigirme hacia mi casa agradeciéndole al señor que me despertó y trepando las rejas para entrar en ella.
Después de cenar me fui a dormir pensando que al otro día iba a volver a la plaza para ver si podía soñar y quitarme el aburrimiento sola y simplemente con un banco blanco de plaza. Esto me cambio la vida, esto de ver que en un tranquilo banco blanco el aburrimiento se sienta a descansar y uno puede seguir caminando solo, solo con su imaginación.

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